Hace unos días leí que Rafael Llátser estaba participando en la Titan Desert, la que es posiblemente la prueba de mountain bike más dura del mundo.
Esta noticia no sería nada extraña si no fuera porque este hombre perdió una extremidad a los dieciséis años por un cáncer, lo que le obliga a pedalear únicamente con la pierna izquierda. Son dignas de admiración la capacidad de superación, la valentía y la constancia de Rafael, que además de participar en esta carrera, estuvo tres veces en los Juegos Paralímpicos de Invierno como esquiador.
La dureza de esta prueba radica en las duras condiciones climatológicas y al duro recorrido. Los corredores deben soportar temperaturas superiores a los 40 grados y la etapa está trazada entre las dunas, lo que obliga a los ciclistas a bajarse y cargar con la bicicleta al hombro para superar tan duros obstáculos. Incluso una de las etapas recibe el nombre de “etapa maratón” porque los participantes tienen que dormir con lo puesto y lo que ellos hayan llevado por el camino. En esta etapa están prohibidas las asistencias.
El de Rafael es un ejemplo más del espíritu de superación que hay en el ciclismo, véase casos como el de Lance Amstrong, que superó un cáncer, o el de Alberto Contador, que sobrevivió a un cavernoma cerebral. Curiosamente, el hermano de Alberto, Fran Contador, está disputando también la carrera con el fin de recaudar fondos para una causa benéfica.
No cabe duda de que el ciclismo es un deporte para esforzados, estos hombres están hechos de otra pasta.
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